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jueves, 20 de marzo de 2008

EN SEVILLA ESTAN LOCOS

Un acto de violencia debe ser castigado en Sevilla, Pamplona, Madrid, Barcelona o en el Congo. El botellazo a Armando es denunciable y vergonzante, para el Betis en particular y para el fútbol español en general. Encima reincidentes, como si no hubieran tenido bastante escarmiento la temporada pasada con el botellazo a Juande. Villar ha sido muy blando.
El caso es que este año hay elecciones en la federación y no ha querido mojarse con un castigo ejemplar. Dos partidos en el exilio es el mínimo castigo, y dar el partido por finalizado es lo lógico. ¿No hubiera dolido mucho más haberles restado otros tres puntos en la clasificación? El resultado hubiera sido un Betis llamando a la puerta de la segunda división, a ver si escarmientan de alguna manera.
Eso sí sería un castigo de verdad. La pena, que siempre pagan justos por pecadores, y desde luego que el resto de la afición verdiblanca y la plantilla del Betis no tienen ninguna culpa, además la reacción del público fue la adecuada (aunque en un primer momento se le increpó a Armando pensando que había fingido para perder tiempo). Pero algo hay que hacer para que en el Ruiz de Lopera no vuelva a pasar algo similar. ¿O tenemos que esperar a que muera algún jugador por culpa de un graciosillo?
Ahora mucho hablan de manifestarse en contra de la sanción, o recurrir los accionistas a nivel particular ( a la FIFA no le gusta lo más mínimo que los clubes se metan en líos jurídicos), pero lo que debieran hacer es bajar la cabeza y dar gracias por no haber sido sancionados como debían.
En el fútbol cada vez hay más locos, en Sevilla y también en Pamplona. Ahora comienzan a salir las excusas: que por culpa de uno no puede pagar el equipo y la afición, que podía haber pasado en cualquier campo, que el Camp Nou no lo cerraron en su día, que no pueden poner un guarda de seguridad a cada aficionado... ¡Cuidado! No se podrá poner un guarda a cada persona que vaya al campo, pero los accesos deben estar mucho más controlados. No conozco campo como el Reyno de Navarra: cacheos en todas las puertas, cientos de cámaras de seguridad, elevadísimo número de efectivos policiales, cientos de guardas de seguridad privada alrededor de todo el campo, bocatas abiertos en busca de sólo ellos saben qué, identificaciones continuas, detenidos todas las jornadas, multados, etc. Ser de Osasuna es una odisea y una carrera de obstáculos. ¿En cuántos campos de este santo país han multado con 3000 euros a alguna persona por introducir alcohol? En el Reyno, ni a uno ni a dos, muchísimos más. Si encima les sumamos los que fuman ciertas sustancias... Pero, ¿por intentar llevarse un balón?
¿En que campo cargan contra la afición local cuando están entrando los aficionados rivales? En el Reyno de Navarra. ¿En qué campo se ha visto a media decena de efectivos de seguridad persiguiendo a un niño de siete años que saltó al césped al finalizar el partido, dando con él a empujones y malas formas? EN el Reyno de Navarra. ¿En qué campo la Policía Nacional se sitúa en los aledaños desde horas antes ataviados con porras, cascos y lanzapelotas? En el Reyno de Navarra.
Mi pregunta es: ¿los de Osasuna somos tontos? La cosa es que si pasara en el Reyno de Navarra no mandarían una temporada al exilio y nos descenderían de categoría, y aquí paz y luego gloria. Resultaría justo a los ojos de todo España, para regocijo de unos cuantos. Y precedentes no nos faltan, y con memeces inferiores, como los puntos de Santander, con la ley en la mano, que eran nuestros y por miedo a que Osasuna se metiera de lleno en Europa, nos fueron robados. Y entonces nadie dijo nada. ¡Basta ya! Siempre pagamos los mismos.

Es una opinión de Pablo Berraondo

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