El partido de hoy tiene un nombre: Ontanaya. El "árbitro" -por llamarle de alguna manera-, se ha encargado de cargarse el encuentro en el minuto 16 de partido. Villa encara a Ricardo y éste, de una manera soberbia, saca el balón con su mano derecha. El delantero valencianista, por la propia inercia, cae al suelo y se levanta rápidamente sin reclamar lo más mínimo; claro que ya estaba Ontanaya para guisarse él mismo la polémica de la jornada. Sin dudar ni un solo segundo pita penalti, sin consultar con nadie, tan sólo con su criterio nefasto, el mismo que le llevó a pitar un penalti en Almería a los dos minutos de haberse cometido. Entonces expulsó a Elía; hoy ha hecho lo propio con Ricardo.
Nadie daba crédito en Mestalla, ni propios ni ajenos, y la prensa, radios y televisiones rápidamente han clamado contra la equivocada decisión arbitral. Uno puede no ver una jugada, o dudar, pero no inventarse un penalti de la nada. Sin vergüenza. Y no es la primera.
El partido se ha puesto de cara para los chés, que han sabido leer los compases del encuentro para solventar el partido más fácil de la temporada, con un contundente 0-3 ante un Osasuna hundido. Nuestro sino es claro. Ahora sólo queda ver si no hay nadie que quiera bajar a los rojos a segunda. Y a uno le viene a la cabeza Armiño.
Nadie daba crédito en Mestalla, ni propios ni ajenos, y la prensa, radios y televisiones rápidamente han clamado contra la equivocada decisión arbitral. Uno puede no ver una jugada, o dudar, pero no inventarse un penalti de la nada. Sin vergüenza. Y no es la primera.
El partido se ha puesto de cara para los chés, que han sabido leer los compases del encuentro para solventar el partido más fácil de la temporada, con un contundente 0-3 ante un Osasuna hundido. Nuestro sino es claro. Ahora sólo queda ver si no hay nadie que quiera bajar a los rojos a segunda. Y a uno le viene a la cabeza Armiño.
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